Afrenta en la Puerta del Conde

La Puerta del Conde o Baluarte 27 de Febrero es un edificio militar del siglo XVII formado por dos cubos macizos con un arco en piedra entre ambos. Completa la instalación militar una parte de la muralla, una fosa en forma triangular orientada hacia el este y varias garitas. Esta puerta servía de entrada a la ciudad de Santo Domingo.

En el centro se encuentra el parque que tiene dentro el «Altar de la Patria«, un Mausoleo de mármol blanco que porta el Escudo Nacional; en su interior las estatuas de los tres Padres de la Patria, cuyos restos reposan en tres nichos ubicados en la parte inferior, donde arde la llama votiva. El Mausoleo fue diseñado por el arquitecto Cristian Martínez Villanueva, el mismo que en 1976 restauró la Puerta del Conde.

Esta obra demostrativa de la dominicanidad, tristemente ha sido objeto de una remodelación que constituye una afrenta directa a su valor histórico, pues ha quedado desvinculada de su esencia original, aspecto este que la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) y el Ministerio de Cultura debieron tomar muy en cuenta al momento de proponerse remozar este tan importante baluarte.

Producto de la «remodelación», la Puerta del Conde ahora tiene un aspecto que se desconecta de la realidad colonial de la época y que además no guarda relación con otras obras que forman parte del legado histórico de la Ciudad Colonial.

Es cierto que este monumento necesita de mantenimiento para poder conservarlo, ya que desde hace 40 años no era intervenido, una obra que en sus inicios fue construida con piedras coralinas del mar, ya tenían un aspecto poroso, que necesitaba con urgencia una remodelación para evitar la desintegración de las rocas por las lluvias y otros efectos del clima, sin embargo, no hubo criterio histórico a la hora de llevar a cabo los arreglos.

La Puerta del Conde es la entrada de la Primera Ciudad de América, un mérito que es honor para cada dominicano y que ahora luce como cualquier infraestructura que construida similar a la época, pues este monumento ha dejado atrás los años de historia con este relleno de cemento.

El valor de la pieza histórica radica en su originalidad, no en su reconstrucción. La República Dominicana tenía en este monumento un museo vivo, que sobrevivió a los años de colonización, desempeñó un papel protagónico en la guerra de Independencia, en las intervenciones norteamericanas, sobrevivió incluso al paso y al asentamiento de la humanidad y las transformaciones de la civilización y ahora es destruido su valor por las mismas manos que debieron protegerla.