Lo que nos hace falta

Son muchas las campañas que escuchamos los eslóganes turísticos de los países alegando que son el mejor destino turístico, pero estos mensajes llevan a cuestas los contras de vender ese destino sin que todos los actores se involucren con el mismo entusiasmo.

 Desde paisajes, infraestructura, gastronomía, cultura, buen clima y todo lo bueno que puedan ofrecer, existen una larga lista de vicios que  en muchos casos afectan el resultado final, el objetivo de la industria.

Las autoridades deben velar por la debida ejecución de los proyectos que incentiven y dinamicen el turismo en sus respectivos países, dejando de lado su interés particular, pero claro, la política juega un papel importante en esto.

Es hora de pasar de las palabras a los hechos, para qué tantas reuniones y conversatorios que solo quedan en eso. El tiempo va corriendo, un tiempo precioso y lleno de competencia habida de posicionarse.

Por otro lado, lograr que todos los que intervienen se pongan de acuerdo resulta un trabajo maratónico, casi imposible. Hoteles, transporte, tiendas de obsequios, guías turísticos, restaurantes, atractivos en general, trabajan de forma independiente provocando a veces un malestar innecesario en el turista.

Es urgente regular esta situación, debemos ser empáticos con el turista, ponerse en sus zapatos. También hay que actuar con coherencia a lo que se está ofreciendo en el mercado. Es imposible ofrecer seguridad y hospitalidad cuando al llegar lo primero que ve al turista es un bombardeo de prestadores de servicios tratando de captar su atención.

Muchos no han profesionalizado su servicio y otros tantos ni siquiera cuentan con amabilidad en el mismo. Tampoco se unen para conseguir la fuerza que necesitan para exigir a las autoridades que cumplan con las condiciones que la industria requiere.