La exigua conexión dominicana de los corruptos españoles

Corrupción política la hay en todos los países, incluyendo los de las llamadas democracias libres y de larga experiencia. Centrar la depravación en una sola nación como ha hecho con República Dominicana el Partido Popular de España es perverso e injusto.

El socialismo español vive su peor momento reputacional desde la llegada al poder de Felipe González. El presidente Sánchez ha arrinconado a las grandes figuras del PSOE y ha consentido y sigue tolerando actitudes indecorosas de ex ministros y altos cargos del Estado y el partido con tal de seguir gobernando.

La fratricida guerra de organizaciones políticas que se vive en España no debería dañar siquiera colateralmente a la imagen de RD, tal como ha sucedido con el maldito vídeo. El vil uso de la bandera dominicana es un exceso imperdonable del PP, por mucho que el Gobierno español cometa actos impúdicos y delictivos.

La batalla de los medios informativos españoles también es cruenta. Bastantes de esos medios señalan que varias de las autoridades denunciadas y antiguos ex cargos del PSOE tienen negocios turbios en RD, de acuerdo con los WhatsApp del nexo de los corruptos, Víctor de Aldama, y a los que ha tenido acceso la Justicia.

Pero negocios oscuros, ilegales y fraudulentos los hay en todos los países. En el Sur de España (Marbella, por ejemplo) operan mafias rusas, albanokosovares e irlandesas, entre otras, y ningún medio extranjero utiliza la bandera española para atacar a las autoridades que se muestran incapaces de acabar con esas mafias.

El ex ministro José Luis Ábalos y todo su círculo, incluido el gran comisionista Aldama, tienen negocios en el país. No solo el entorno del ex ministro tiene relaciones opacas, pues gente de dudoso currículum operan como asesores en despachos de poder y lo hacen con una sorprendente normalidad.

Pero no por ello se puede presentar al país como la isla de las corrupciones, pues se trata de hechos aislados. El Gobierno de RD, eso sí, debería mostrarse más vigilante. Y no solo con los ex políticos españoles, ya que están aterrizando pequeños inversores ligados a los túrbidos políticos.