Plataformas como Airbnb están al margen de proyectos sustentables

Continúa a nivel mundial la polémica con Airbnb y plataformas similares. Ahora es el Gobierno de Escocia el que pondrá orden en el gigante vacacional. Meses atrás lo hizo el Ayuntamiento de Nueva York, que ha sido respaldado por el Tribunal de Justicia de la gran urbe. Y ya antes también intervino el Gobierno de Holanda. Aquí estamos a la espera de las decisiones que tome el Ministerio de Turismo, que tiene suficiente jurisprudencia a mano. El sector turístico espera una regulación urgente de los descontrolados competidores.

Las autoridades planetarias, todas ellas sin excepción, están reaccionando a paso de tortuga frente a una hiperplataforma turística que opera prácticamente al margen de la ley. Suele suceder siempre con las instituciones públicas a las que se les coge con el pie cambiado. Airbnb se aprovechó del limbo legal en el que trabaja este segmento para actuar sin control alguno y en un marco de competencia desleal con hoteles de todo tamaño y tipo.

Los hoteles cumplen con la normativa jurídica y fiscal que fijan los gobiernos. La ley no es laxa cuando los empresarios dejan de pagar impuestos o cometen atentados ecológicos: se les multa, se les sanciona o les prohíben las aperturas de sus establecimientos. Airbnb en muchos casos se halla fuera de ordenaciones y, además, no lleva a cabo ninguna inversión en los destinos.

Las hoteleras priorizan a día de hoy la sustentabilidad, por creencia o porque no pueden quedarse al margen del cambio climático. Los nuevos hoteles y los reformados de RD apoyan sin fisuras los programas sostenibles. Airbnb, de su parte, se limita a ofertar villas y apartamentos sin importarles el medio ambiente y las cuestiones ecológicas: hace de mero intermediario, de comisionista de lujo, entre cliente y dueño de viviendas descontroladas sanitaria, jurídica y administrativamente.

Las empresas de alquiler de pisos turísticos se han convertido en imprescindibles para los turistas. Son usadas básicamente por clientes de bajo poder adquisitivo y en menor medida por vips que buscan privacidad en grandes villas. Todo el mundo tiene derecho a vacacionar cómo, cuándo y dónde quiera. Pero los actores que intervienen en el Turismo han de participar todos ellos bajo las mismas reglas.

Las hoteleras en RD, en cambio apoyan sin fisuras los programas sostenibles