Brasil siente la disminución en la llegada de españoles por nuevas medidas de migración

Desde el pasado 2 de abril empezó a regir las nuevas medidas de migración a los turistas españoles, lo que ha provocado una considerable disminución de visitantes de la nación ibérica, en especial de los vuelos procedentes de Barcelona y Madrid.

El presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes y Turoperadores (Ceavyt), Rafael Gallego, dijo que las cifras aun no han sido calculadas oficialmente, pero se estima que el descenso ya esté sobre el 10 por ciento.

Desde semanas atrás, las autoridades de Inmigración brasileñas exigen a los turistas españoles, y no al resto de europeos, los siguientes documentos: billete de vuelta cerrado; pasaporte válido por seis meses; acreditación de plaza hotelera o, en su defecto, carta de invitación del particular que vaya a alojarlo, y resguardo bancario que demuestre que se dispone de al menos 170 reales (US$93)) por día de estancia para mantenerse.

La medida tomada por el gobierno brasileño, se debe a que se trata de los mismos requisitos que España y el resto de países del espacio Schengen exigen a los brasileños y ciudadanos de otros países no comunitarios.

La nación latinoamericana decidió imponérselos a los españoles en supuesta aplicación de «la reciprocidad» bilateral, pero sin ocultar que se trata de una respuesta a ciertos casos de rechazo y repatriación de brasileños en el aeropuerto de Barajas; unos casos en los que el Gobierno de Dilma Rousseff vio un trato «injusto», «abusivo» o muy riguroso por parte de la Inmigración española. Madrid niega las acusaciones, que empezaron con algunos incidentes en el 2008.

Las primeras horas de aplicación de las nuevas reglas fueron relativamente tranquilas, aunque ya el martes se registró un primer rechazo con devolución a casa. Los responsables de la frontera aeroportuaria de Brasilia denegaron la entrada y enviaron de regreso a Madrid a un médico español que asistía a una reunión profesional y «no cumplía algunas condiciones» de ingreso, según la información difundida ayer.

La medida del Ejecutivo brasileño se dirige sólo a los españoles que llegan como turistas, pero hay que recordar que el país prohíbe a los extranjeros ejercer cualquier actividad profesional sin disponer del correspondiente visado o, en caso de seminarios de empresa o cursos para estudiantes, de la invitación o permiso temporal correspondiente.

En todo caso, y según el presidente de la Ceavyt, la decisión «afecta y afectará de lleno» al turismo español a Brasil. El 10% de descenso estimado desde el mismo anuncio de la medida -hace dos meses- es un mínimo calculado a la baja por cautela y que «se queda corto sin duda», insistió Gallego.

La estimación, a falta de datos más fiables que se recabarán con más tiempo, parte de informes recogidos entre algunas de las 4.500 agencias integradas en la confederación, así como entre las compañías aéreas con vuelos directos y regulares a Brasil.

El impacto negativo no se debería sólo a las reticencias de los visitantes ante la posibilidad de un rechazo en frontera, sino a las orientaciones de las propias agencias. «Lo que Brasil ofrece, en playas o en el Amazonas, también lo tienen otros países de esa región. Y, con la que está cayendo, no estamos por la labor de recomendar destinos que ponen trabas y penalizan a nuestros clientes».

Gallego explicó que las agencias asumen «una gran responsabilidad» respecto a las consecuencias de esas trabas, pues tienen la obligación de informar a los clientes de los documentos que les exigirán al llegar.

El 87% de los billetes de avión que se venden en España lo tramita un turoperador, señaló. En gran parte son ofertas con «duras condiciones para un cambio o reembolso«. Y como las reclamaciones por una expulsión pueden recaer en las agencias, estas tratan de curarse en salud.

«No sé qué quiere conseguir el Gobierno brasileño. Desde luego, lo que no van a lograr es atraer turistas españoles. ¡Ni Japón, que es mucho más desarrollado, exige tanto!, añadió el presidente de Ceavyt, no sin subrayar que las exigencias españolas «se deben, por su parte, a la Unión Europea«.

Mientras, el embajador español en Brasil, Manuel de la Cámara, apostó por el diálogo bilateral; tanto para resolver el conflicto de las repatriaciones, como para que el país emergente facilite la acogida de los numerosos profesionales españoles que acuden allí en busca de empleo.